lunes, 12 de octubre de 2015

Crónica como "madre soltera".


No, ni estoy soltera, ni divorciada ni nada que implique estar sin pareja, pero este verano experimenté la sensación de ser madre soltera durante 20 días y, ahora mismo, mientras escribo este post vuelvo a estar en pleno proceso de locura.



Puedo jurar con la mano sobre el DRAE que casi no me dan los siete males, cuando en verano papá piojo me dijo que se iría 20 días fuera por trabajo, por un lado, me alegré:

 ¡por fin salía algo de trabajo!

 Por otro lado, creí morir al imaginarme la situación.

¿Cómo me las iba a arreglar yo sola con el piojo y el colega canino? Ojo, no es que no pueda con los dos pero me daba terror pensar en los paseos. El colega canino siempre quiere ir al lado del piojo y, el piojo no hace más que poner un pie en el parque y salir corriendo; teniendo en cuenta que nuestra casa está en medio de uno y que el colega canino es un pedazo de pastor alemán, más bueno que el pan pero muchos se pueden a..jo..ar si lo ven corriendo detrás de un niño. De verdad, ya me imaginaba corriendo detrás de ellos gritando como una loca y a todo el mundo mirándome con cara de estupefacción.

Sin embargo, ambos me sorprendieron. Yo les leí la cartilla a ambos, imaginando que si un peque de 5 años iba a decirme que sí y olvidar todo nada más salir a la calle, un perro...bueno, con él  cabía la posibilidad de ser más obediente. 

Y me obedecieron, ambos se comportaron. Paseando uno junto al otro, sin saltos, ni carreras...lamentablemente, sin poder disfrutar como es debido de juegos al aire libre porque no tenemos parques en mi zona que lo permitan. Mucho verde, mucho parque, pero todo lleno de carteles. Carteles, que la mayoría de dueños de perros pequeños se pasan por el forro, pero yo no puedo hacerlo a pesar de que Gabo nunca le haría nada a un niño. Eso sí, podría comerse al padre que le pusiera la mano encima a su hijo.

Así que tras mi primera experiencia superada con honores, cuando esta vez volví a oír lo de:

  me voy fuera por unos días

, pensé:
  esto es pan comido para mí.

Sin saber que el piojo me regalaría dificultades extras: ser atacado por virus estomacal. 

Puaaaaafff...está claro que no es culpa suya, como tampoco  que a las diez de la noche yo estuviera limpiando vómitos, mientras intentaba que el colega canino no se acercara y aguantaba las ganas de gritar al ver el sofá vomitado. 

Respiro...respiro...respiro...y limpio...limpio...y vuelvo a limpiar. Superada la crisis vomitil necesito bajar a Gabo, ¿y cómo lo hago? Convenciendo al piojo que va a ganar puntos extras para la acampada del cole si se queda en el sofá viendo la tele tranquilo. Y ahí bajé yo, corriendo, con los ojos desorbitados, arrastrando a un pastor alemán, que si quisiera podría conmigo, para que se diera prisa con sus necesidades para volver a casa en un pis pas y entonces decirle al piojo:

has ganado un par de puntos extras
y que él me soltara:

querrás decir 80 puntos, porque me he quedado aquí quietecito en el sofá
 mientras estabas en la calle.

Ahora estamos a nada de volver a superar estar solos: ellos dos y yo. Y lo de los puntos...no me extrañaría que los perdiera antes del padre poner un pie en casa, ja ja ja ja...

Besitos avainillados

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